Un día común de noviembre
Me encontraba dando vueltas en el mismo circulo de mi vida,
respirando el mismo aire tan pesado que seguía agitando mis ilusiones
y enterrando pasa a paso en cada huella mi verdadero ser,
dejando colgada la inspiración en un perchero de la soledad.
El viento del desamor se hizo cada vez más fuerte y más frio,
llevando en su brisa el mismo absurdo y melancólico recuerdo
que casi como una costumbre, nublo los ojos de mi alma
dejándome en la ceguera de mis miedos y dudas, pensando en ella.
Dentro de esta rutina diaria de volver a olvidar un simple recuerdo
apareciste tu, el alba de tu ser, un día común de noviembre
los rayos de tu sonrisa, iluminaron la oscuridad de mi corazón,
el sonido armonioso de tu voz, rompió el silencio del pasado.
Gota a gota comenzaron a caer la lluvia de tus besos y caricias
roseando en mi ser una ilusión y terminando la sequia de mi soledad,
y así fue, nuestro encuentro inesperado, rompiendo cualquier esquema
con la suficiente fuerza en la pasión que perduró a pesar de todo.
Los ecos de una voz de mi pasado aparecieron inesperados,
engañando a mis sentidos, volví a tropezar en la misma piedra
y deje que te fueras, como una hoja que cae en otoño,
lentamente ese viento te separó de mi camino y de mi ser.
Si en aquella madrugada hubiera sabido que ya no te besaría
me habría ahogado en el roció de tus labios y tus sueños,
intentando perder mis dedos en todos los lunares de tu cuerpo,
y abrazar tu alma tan fuerte para que se mezcle con mí ser.